miércoles, 7 de mayo de 2008

Lesiones musculares de la tibia


"Shin splints"

















El dolor muscular sobre la espinilla se debe a la lesión de los músculos de la tibia. La causa habitual es un esfuerzo prolongado y repetido sobre la parte inferior de la pierna. Dos grupos musculares de la tibia son propensos a este tipo de dolor. La localización del mismo depende del grupo afectado.



Afecta a los músculos de la parte frontal (anterior) y externa (lateral) de la tibia. Este tipo de lesión es el resultado de un desequilibrio natural en el tamaño de los músculos opuestos. Los músculos anteriores de la pierna mantienen el antepié en alto y los músculos más largos y más fuertes de la pantorrilla (posteriores) bajan el pie cada vez que el talón toca el suelo al caminar o correr. Los músculos de la pantorrilla ejercen tanta fuerza que pueden lesionar los músculos de la parte anterior de la pierna.

El síntoma principal del calambre anterolateral es el dolor en la cara frontal y externa de la tibia. Al principio, el dolor se siente sólo inmediatamente después de que el talón toca con fuerza el suelo durante la carrera. Si la carrera continúa, el dolor aparece a cada paso, volviéndose finalmente constante. Por lo general, en el momento en que la persona acude al médico, la espinilla ya duele al tacto.

Para que estas molestias desaparezcan, el corredor debe dejar de correr temporalmente y practicar otro tipo de ejercicios. Son útiles los ejercicios para estirar los músculos de la espinilla. Una vez que los músculos anteriores de la pierna comienzan a sanar, los ejercicios de estiramiento y los ejercicios con un cubo de asa pueden realizarse en 3 series de 10 movimientos en días alternos.

LOS DOLORES POSTEROMEDIALES

Afectan a los músculos de la cara posterior e interna (medial) de la tibia (los responsables de levantar el talón justo antes de que los dedos del pie se aparten del suelo). Este tipo de afección suele ser el resultado de correr sobre pistas inclinadas o calles con desniveles y puede agravarse debido a la rotación excesiva del pie hacia dentro, o por el uso de zapatillas de deporte inadecuadas para prevenir tal rotación durante la carrera.

El dolor producido por este tipo de lesión comienza habitualmente en el lado interno de la parte inferior de la pierna, aproximadamente entre 1 y 20 centímetros por encima del tobillo, y empeora cuando el corredor se para sobre los dedos o gira el tobillo hacia dentro. Si la persona sigue corriendo, el dolor llega incluso a la parte interna del tobillo, pudiendo extenderse por la espinilla hasta unos 5 o 10 centímetros de la rodilla. La gravedad del dolor aumenta a medida que la lesión va afectando a los músculos de la tibia. Al principio, sólo se inflaman y duelen los tendones del músculo, pero si la persona sigue corriendo, pueden resultar afectados incluso los músculos. Finalmente, la tensión sobre el tendón inflamado puede hacer que se desgarre a nivel de su unión con el hueso, causando hemorragia y mayor inflamación. En ocasiones, también se desgarra la parte de la tibia que está unida al tendón.

El tratamiento principal consiste en dejar de correr y hacer otro tipo de ejercicios hasta que pase el dolor. Las zapatillas de deporte con talón rígido (la parte posterior del calzado) y los soportes especiales para el arco pueden resguardar el pie de una rotación excesiva. Evitar correr sobre superficies inclinadas puede ayudar a prevenir la recidiva de los dolores. Se recomienda la práctica de ejercicios de estiramiento de los músculos lesionados. En casos más graves, en los que se desgarra un fragmento del hueso de la tibia, puede estar indicada una intervención quirúrgica para fijarlo. Después de la cirugía, el paciente evitará correr durante largo tiempo. Algunos casos que no respondían a otros tratamientos se han curado con una terapia experimental, consistente en la inyección diaria de calcitonina (una hormona que forma el tejido óseo) o alendronato (un fármaco que retrasa la pérdida ósea) administrado por vía oral; pero tampoco es una terapia definitiva y segura, simplemente experimental.

La caída del arco plantar, hecho que se produce con frecuencia cuando se lleva mucho tiempo corriendo, conviene empezar diciendo que:

En un individuo de pie, el peso corporal gravita sobre el cinturón pélvico y a través del mismo se transmite a las piernas por medio de las cuales llega a los dos pies, de forma tal que en una posición erecta estática y simétrica, cada pie recibe exactamente la mitad del peso corporal sobre el hueso astrágalo, que es el que se encarga de repartir las presiones.

Por ejemplo en un sujeto de 60 kg. de peso, cada pie recibirá una carga de 30 kg., de los cuales 15 kg. se descargarán sobre el talón y los otros 15 kg. sobre la punta de los pies (5 de los cuales van sobre el primer metatarsiano -dedo gordo- y 2,5 kg. sobre la cabeza distal de cada uno de los 4 metatarsianos restantes). Ahora bien, durante la carrera y el salto, la sobrecarga de la masa corporal se transmite al piso a través de la punta de los pies, siendo la carga que ésta soporta, como consecuencia del momento de inercia, equivalente a varias veces del peso corporal.

Cualquier descompensación del juego coordinado de la musculatura propia del tobillo y el pie, restará eficiencia a la acción de éste como palanca final de impulso en todos los gestos de traslación, deslizamiento, empuje y salto. Las dos causas principales del debilitamiento funcional de los pies son:

1-La inmovilización de las articulaciones propias de los mismos como consecuencia del uso del calzado inadecuado.

2-El sometimiento de esas mismas articulaciones a sobrecargas para las cuales su estructura de sostén no ha sido previamente preparada.

Por todo esto es imprescindible un adecuado trabajo de fortalecimiento de base, antes de iniciar un progresivo y racional entrenamiento de la carrera y saltos.

Con la caída del arco plantar los pies se hacen más flexibles y fácilmente se comprimen al soportar el peso de la persona, puesto que la musculatura y ligamentos del pie y la pierna y los ligamentos que definen el tobillo son débiles. Generalmente se ha observado una relación entre los atletas con pies planos en posición estática y la manifestación de algún grado de sobrepronación durante la carrera.

En los adultos, las plantillas persiguen descargar los puntos o zonas dolorosas el pie. El tratamiento es tan solo paliativo y sintomático: calmar el dolor o la sensación de cansancio.


Cómo se puede prevenir?

Dentro de las medidas para tener en consideración, se encuentran: La utilización de un buen calzado deportivo, preferiblemente con mecanismos de amortiguación. Evitar la utilización de vendajes demasiado apretados en las piernas durante la práctica deportiva.

Mantener una disciplina en cuanto a los estiramientos musculares antes y después de la actividad física. Lo que permitirá un estiramiento del tejido fibroso e inelástico llamado fascia, dándole mayor espacio al músculo para desplazarse.

Si haces deporte de contacto: Evitar los choque, utilizando un equipo protector de alta calidad como las canilleras del balompié.

En caso de lesiones agudas por accidentes o traumas directos, lo ideal si la persona no presenta sangrado o fractura es evitar cualquier tipo de vendaje compresivo y elevar la pierna.

La utilización de vendas calientes o hielo es bastante controvertido, hasta el momento. Tomando las precauciones necesarias las posibilidades de sufrir un síndrome compartimental serán mucho menores.

¿Qué complicaciones pueden presentarse?

En algunos casos cuando el tratamiento no es oportuno, los músculos comprometidos pueden sufrir de necrosis, es decir las fibras musculares mueren, lo que generaría deficiencias en los movimientos correspondientes; además, la muerte de las fibras libera una proteína llamada mioglobina sustancia tóxica para el riñón.

Sin embargo, la utilización del equipo adecuado, la práctica de ejercicios de calentamiento y el estirar los diferentes grupos musculares, como también el no excederse en el esfuerzo, serán medidas suficientes para evitar el síndrome compartimental de la pierna.

De manera característica, el dolor se presenta cuando el músculo que corre a través del compartimento se mueve en forma pasiva. Por ejemplo, cuando existe el síndrome compartimental en el pie o en la parte inferior de la pierna y el médico mueve los dedos de los pies del paciente hacia arriba y hacia abajo, el paciente experimenta un dolor severo. La piel que recubre el compartimento se presenta brillante y tensamente hinchada, como puedes ver en este enlace y también se presenta dolor al presionar el compartimento.

La prueba con la que definitivamente se diagnostica esta condición involucra la medición directa de la presión en el compartimento insertando una aguja que está pegada a un medidor de presión en el compartimento. Cuando la presión en el compartimento es superior a 45 mmHg o cuando está dentro de los 30 mmHg de la presión sanguínea diastólica (el número más bajo de la presión sanguínea), entonces se hace el diagnóstico. Cuando se sospecha la existencia del síndrome compartimental crónico, la prueba se debe realizar inmediatamente después de realizar la actividad que ocasionó el dolor.


El tratamiento tanto para el síndrome compartimental agudo como para el crónico es generalmente la intervención quirúrgica, practicando incisiones largas en la fascia con el fin de liberar la presión acumulada en el interior, como puedes ver aquí, las heridas generalmente se dejan abiertas (cubiertas con un apósito estéril) y se cierran durante una segunda cirugía, generalmente de 48 a 72 horas más tarde.

El tratamiento incluye el reposo deportivo, estiramiento de los músculos de la pantorrilla y fortalecimiento de los músculos del compartimiento anterior después de su curación, realizando el ejercicio del asa de cubo a días alternos. En cuanto a cremas o geles (mejor geles fríos, de la nevera), están los heparinoides: Menavén gel, Trombocid y los antiinflamatorios: Aspitopic, Fastum, Traumel. Los dos primeros para descongestionar vascularmente la zona y los otros 3 como antiinflamatorios o moduladores de la inflamación (Traumel)

Ejercicio para fortalecer el músculo tibial, lo puedes ver aquí, en el número 10.

O bien hacer lo mismo con un cubo:

1. Enrollas una toalla alrededor del asa de un cubo de agua vacío.

2. Siéntate en una mesa lo suficientemente alta para evitar que los pies lleguen al suelo.

3. Coloca el asa del cubo sobre la parte frontal del zapato.

4. Levantas lentamente la parte frontal del pie flexionando el tobillo y después extiéndelo ligeramente. Haz este ejercicio 10 veces seguido de unos segundos de descanso, y después dos series más de 10.

5. Para aumentar la resistencia, añade agua al cubo, pero no demasiada, para que el ejercicio no produzca dolor.

En esta imagen podéis ver el estiramiento en el escalón. No dejes echar todo el peso del cuerpo porque puedes estresar el tendón de Aquiles y gemelos. Es preferible controlar el recorrido manteniendo un grado de contracción al estirar.